miércoles, 27 de junio de 2012

Autocontrol

Estos días se oye mucho decir: «La Unión Europea nos impone tal cosa, Bruselas nos obliga a tal otra». En realidad, la UE y Bruselas somos todos. Y en ese «todos», estamos también nosotros incluidos, con lo cual somos nosotros mismos quienes nos imponemos medidas y quienes decimos lo que hay que hacer. Parece que lo olvidamos. Somos la Europa que será el futuro de nuestros hijos y que sólo puede avanzar con la unión fiscal y la soberanía compartida. Deberíamos curarnos de esa esquizofrenia de hablar a solas y atribuir todo lo feo y desagradable a un otro imaginario que sabemos que somos nosotros mismos. En los varones, la capacidad de autocontrol se considera ejemplo de virilidad y lo que estamos haciendo ahora, a través de nuestros propios mecanismos europeos, es, simplemente, controlarnos a nosotros mismos y educarnos en la templanza, después de una época en que los mayores delirios han sido admitidos y tolerados. ¿Quién puede estar contra eso? Lo diré en voz alta: tan solo las élites de algunas de nuestras tribus peninsulares que están acostumbradas a sacar beneficio de alguna parcela muy concreta (generalmente por medio de  la mentira) y que se resisten a perder su caciquil capacidad de influencia y sus privilegios. No me refiero tan solo a las tribus de particularismo regionalista, si no a muchas otras más de diversas parcelas y especialidades. La pregunta que nos hemos de hacer es si vamos a ser valientes, unirnos todos y aislar a esos grupos de intereses propios. Esos núcleos existen entre nuestra mesocracia y aspiran inconscientemente a conservar esos privilegios, aún al precio de sacrificar el futuro de todos en Europa. Conocí una España sin Europa para nuestros padres y he conocido una España con Europa para mis hijos. Prefiero la segunda.

La Razón -23 junio.

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